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Qué es una especie nativa o autóctona


Las diversas especies nativas juegan un papel fundamental en el mantenimiento de la riqueza y equilibrio de los ecosistemas de cualquier rincón del mundo. Por ello, resulta de vital importancia favorecer que todos los habitantes contemos con un conocimiento adecuado de la fauna y flora del lugar, así como de medidas y estrategias medioambientales para favorecer la protección y conservación de bosques nativos y otros ecosistemas que albergan las riquezas naturales de los territorios en los que vivimos.


Probablemente conocemos mucho mejor de lo que creemos la fauna y flora que nos rodea pero a veces no sabríamos diferenciar entre aquellas especies nativas y autóctonas de nuestra región de aquellas otras especies de plantas y animales que fueron introducidas por la acción humana y que hoy en día conviven y se reproducen haciendo de un territorio no natural para ellas, un perfecto escenario para su crecimiento desmesurado e invasión.


Las especies nativas o autóctonas son aquellas especies de animales, plantas o cualquier otro tipo de organismo vivo, es decir seres vivos, cuyo origen natural se corresponde con un territorio determinado. Dicho territorio no tiene por qué corresponderse directamente con los límites geográficos establecidos para países y continentes, sino que más bien, sus límites territoriales están marcados por unas condiciones climáticas concretas y un determinado ecosistema.


Todas y cada una de las especies nativas aportan una gran riqueza e importancia al correcto funcionamiento de un ecosistema, pues el correcto funcionamiento del mismo dependerá de una abundancia y estabilidad óptimas de estas especies, así como de relaciones interespecíficas positivas con las demás especies nativas de la región.


No obstante, cuando llegan nuevas especies que han sido introducidas por el hombre, dicho equilibrio puede verse sometido a un grave riesgo, y las especies nativas serán las principales víctimas. Veamos en el siguiente apartado qué nombre y características corresponden a estas especies introducidas en un ecosistema.


Diferencia entre especie autóctona y exótica

Las especies exóticas se caracterizan por haber sido transportadas e introducidas en nuevo territorio de forma no natural, es decir, introducidas por el ser humano. Diversos acontecimientos a lo largo de la historia han permitido que estas especies exóticas (tanto animales como vegetales) hayan sido introducidas por el ser humano en nuevos territorios, colonizándolos y resultando muy perjudiciales para los ecosistemas en las que se introducen, en la mayoría de los casos.

Dentro de las especies exóticas se distinguen las especies exóticas ocasionales (aparecen puntualmente en determinado territorios y no dejan descendencia), de las especies exóticas naturalizadas, aquellas que permanecen de forma prolongada en nuevo territorio y producen descendencia, convirtiéndose en especies invasoras, caracterizadas por un crecimiento incontrolado de sus poblaciones, la modificación del anterior equilibrio y características propias del entorno y produciendo como consecuencia numerosos problemas ambientales.

Entre estas especies exóticas invasoras que llegan como mascotas y que se escapan o son soltadas intencionadamente en entornos naturales y desplazan, así, a las poblaciones de especies nativas, destaca el actual caso de las cotorras argentinas (Myiopsitta monachus), las cuales, en numerosas ciudades españolas están provocando un desequilibrio en las poblaciones nativas de gorriones comunes (Passer domesticus) y tórtolas turcas (Streptopelia decaocto).


Diferencia entre especie autóctona o nativa y endémica

Otro de los términos más usados para describir a las especies de flora y fauna que podemos encontrar habitando un determinado territorio, es el de especie "endémica".


Las especies endémicas son aquellas que crecen y se reproducen solo y exclusivamente en un territorio determinado. Normalmente, las especies endémicas son consideradas a su vez especies nativas o autóctonas de un determinado lugar, sin embargo, una especie nativa o autóctona no tiene por qué ser a su vez una especie endémica, siempre y cuando su distribución geográfica no esté limitada a un territorio exclusivamente. Por ejemplo, el famoso lince ibérico (Lynx pardinus), es considerada una especie endémica de la Península Ibérica (pues no habita en ningún otro lugar del planeta), siendo además un animal nativo de la misma región, pues en ella encuentra su origen natural.


En cambio, el oso pardo (Ursus arctos) no es endémica de la Península Ibérica, ya que habita también en las montañas de otros países europeos, así como en Alaska y Canadá. No obstante, se trata de una especie nativa o autóctona de la Península Ibérica, pues esta es su región de origen natural.

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