Simpáticos e inteligentes, los tlacuaches son animales endémicos de México y el resto de América del Norte. Según investigaciones hechas por científicos de la UNAM, han estado por más de 60 millones de años en esta región.
Por su inteligencia y apariencia encantadora, fueron protagonistas de numerosas leyendas entre los primeros pobladores de Mesoamérica, quienes los aprovecharon para explicar la forma en la que dominaron el fuego.
¿Qué son los tlacuaches?
Marsupiales como los canguros, los tlacuaches son también parientes de las zarigüeyas y otros pequeños animalitos que solían vivir en los bosques de América del Norte. Sin embargo, la expansión de las ciudades ha hecho que también bajen de vez en cuando a las urbes.
Son omnívoros, es decir, pueden comer de todo, desde semillas y frutas hasta pequeños trozos de carne, principalmente de roedores y aves. Según los investigadores, ese ha sido el secreto que le ha permitido sobrevivir durante tantos años.
Su nombre proviene de la palabra náhuatl tlacuatzin, que significa “el pequeño que come fuego”, y esa frase está emparentada con una leyenda que explica la forma en la que este animalito salvó a la humanidad.
¿Por qué perdió el tlacuache el pelo de su cola?
Según una antigua leyenda náhuatl, una estrella perdió parte de su luz en un bosque, de donde nació el fuego. Entonces, los gigantes de la montaña, enemigos declarados de los hombres, lo encerraron para que no pudieran robarlo. Para protegerlo, crearon un ejército de bestias, comandadas por el jaguar, y se lo llevaron al inframundo.
En la Tierra había animales que eran amigos del hombre, como el tlacuache, el venado y el armadillo, y les dolía verlo sufrir con el frío. Por eso decidieron robarle el fuego a los jaguares, y el único que se animó a hacerlo fue el pequeño marsupial.
Cuenta la leyenda que el tlacuache se ganó la confianza de los jaguares y una noche les dijo que tenía frío, por lo que lo dejaron acercarse al fuego. Primero intentó tomar una brasa con su cola, pero ésta se quemó de inmediato. Luego tomó otra en la boca y salió corriendo a toda velocidad.
Así fue como el tlacuache perdió el pelo de su colita, pero hizo que la humanidad viviera feliz, aún a pesar del invierno más crudo.
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