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  • Foto del escritorZector 51

Tres voces, tres destinos: The Supremes


Ser una chica negra en la década del 60 no era nada fácil. El racismo pesaba en el hemisferio norte y también en las listas de los temas más escuchados. El mundo se había vuelto Beatles, pero tres jóvenes en los Estados Unidos estaban dispuestas a dar vuelta a todo. Mary Wilson, Florence Ballard y Diana Ross se unieron para pasar a la eternidad como The Supremes, el grupo que desbarrancó a los Fabulosos Cuatro de los primeros puestos de los rankings del mundo.


El trío nació en Detroit con el nombre de Primettes en 1959, y con esa combinación única de R&B y pop lograron imponer el estilo Motown. Berry Gordy, fundador del sello que las lanzó, reconoció la responsabilidad de estas tres jóvenes talentosas en hacer crecer su negocio y en imponer una marca registrada.


Gordy las había conocido con su nombre original y firmaron con su compañía a comienzos de la década del 60. Al principio, las voces principales estaban a cargo de Wilson y Ballard (que sugirió el cambio a The Supremes), pero cuando Berry tomó el poder, puso a Ross al frente. Eso ocasionó uno de los primeros chispazos dentro del grupo de amigas que ya empezaban a sonar cada vez más fuerte.


El primer corte de difusión de The Supremes fue “When the Lovelight Starts Shining Through His Eyes”. Aunque llegó al puesto número 23 en la lista de Billboard en 1963, era el principio de una carrera ascendente. Entre 1964 y 1965, siempre con Diana Ross al frente, las chicas lograron meter cinco temas en el número uno de manera consecutiva: “Where Did Our Love Go”, “Baby love”, “Come See Me”, “Stop! In the Name of Love” y “Back in My Arms Again”. Además de su música, lo que pegaba era su imagen, su estilo.


Fue justamente 1963 -cuando las Supremes empezaron a tener éxito- el año en que Martin Luther King expuso en público su inolvidable discurso: “Yo tengo el sueño de que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter. ¡Yo tengo un sueño hoy!”.


Las palabras del líder pacifista se estaban haciendo realidad con el suceso del trío. Sus fans no se fijaban en la raza ni en el color, las querían, las admiraban y no importaba nada más. The Supremes se convirtió en el primer grupo de mujeres negras al que otras niñas querían imitar, fueron un ejemplo de talento (sus voces eran increíbles) y de estilismo (sus peinados, sus ropas y sus movimientos marcaban tendencia).


A mediados de los 60, The Supremes reinaban en los Estados Unidos, pero en Gran Bretaña, The Beatles causaban furor. Los promotores de ambos grupos corrían detrás del primer puesto y les pareció una gran idea juntarlos. Pero cuando se cruzaron, más que dinamita, las estadounidenses y los británicos se sintieron como el agua y el aceite, no hubo onda.


El primer encuentro fue en un hotel de Nueva York, y según contó Mary en una entrevista para ABC, “no fue agradable”. La cantante detalló: “Supongo que se fumaba mucha hierba, así que fuimos a su habitación y estaba oscuro y olía mal. Entramos con nuestros guantes pequeños, todas bien vestidas, con nuestros gorritos… Nos decepcionamos mucho y le pedimos a nuestro publicista que por favor nos sacara de allí”.


Por su parte, los Beatles también se sintieron desilusionados. George Harrison declaró años después en el Daily News: “Esperábamos chicas afectuosas y modernas como las Ronettes… ¡No podíamos creer que tres chicas negras de Detroit pudieran ser tan cuadradas!”. Cuando las tres viajaron para cantar en Inglaterra, donde también eran aclamadas, volvieron a cruzarse e incluso compartieron alguna noche en el extravagante club privado Annabel’s de Londres, donde a veces tocaba Ray Charles o cantaba Ella Fitzgerald. Todos los que pasaron por allí se convirtieron en parte de la historia viva de la ciudad y las Supremes no fueron la excepción, pero con los Beatles nunca llegaron a ser amigos.


Todo iba muy bien para el exterior, pero puertas adentro la vida no era rosa y gran parte de ese incordio tenía que ver con la relación amorosa que se había gestado entre Diana Ross y Gordy, el fundador de Motown.


Todo empeoró cuando en 1967, el empresario directamente cambió el nombre del grupo a Diana Ross and The Supremes. Wilson y Ballard sintieron el desplante y las luchas entre ellas empezaron a hacer mella en el resultado musical. Ballard fue la primera en dejar el grupo, se perdió en el alcohol y murió muy pobre en 1976. Nunca superó haber quedado relegada a un papel casi de corista en el grupo que ella misma había cofundado. En su lugar, Gordy puso a Cindy Birdsong y siguió facturando.


La década del 70 comenzó con la noticia que ya se veía venir: Diana Ross se lanzaba como solista. Con los años, Mary Wilson dijo que entendía a Diana, que era muy joven y que probablemente se había sentido obnubilada por Gordy. Tanto limaron sus asperezas que la convocó para que sea madrina de su hija Turkessa y así volvieron a ser amigas. En el medio, Wilson quiso usar el nombre un tiempo más con cantantes suplentes, pero Motown tenía todos los derechos y no se lo permitió. Gordy otra vez la estaba perjudicando para continuar con el negocio, mientras ella veía cómo hacerle frente a una nueva vida con menos brillo y menos glamour. Mary quería trabajar, pero ya no era dueña de nada.


Diana Ross siguió adelante con una sólida carrera solista y mantuvo un tiempo más su relación clandestina con Gordy: su primera hija es fruto de su relación con él. Pero el fundador de Motown Records estaba casado, negó su paternidad y entonces ella se casó con el productor musical Robert Ellis Silberstein, quien se hizo cargo de la nena como si fuera suya. El matrimonio tuvo dos hijas más y se divorciaron a finales de los 70. Ross volvió a pasar por el altar, esta vez con el empresario noruego Arne Naess con el que tuvo otros dos hijos y se terminó divorciando.


Igual que con Florence, el alcoholismo también entró en la vida de Ross y en 2004 llegó a ser condenada a pagar una multa y a cumplir dos días de prisión por conducir ebria. Estuvo un año en libertad condicional y concurriendo a los grupos de Alcohólicos Anónimos, donde habría logrado superar el mal momento.


Otro episodio conflictivo en su vida fue cuando intentó defender públicamente a Michael Jackson, su ahijado artístico, surgido en Motown junto a sus hermanos los Jackson Five. Diana sigue sin aceptar los abusos a menores que se le endilgan al ya fallecido artista, aún a riesgo de pasar por la defensora de un delincuente.


La amiga de Michael es la única sobreviviente de las Supremes. Mary Wilson murió el 8 de febrero pasado, en su casa de Nevada, a los 76 años. Ella había sido la última que había quedado del trío original, hasta que se disolvió en 1977.


En 1979, Mary lanzó un álbum que llevó su nombre por título y ya estaba empezando a trabajar en el segundo álbum cuando Motown la desvinculó del todo en 1980. “A Diana siempre le gustó ser el centro de atracción”, le había dicho Wilson a la revista People en 1986. Las cosas no estaban del todo bien entre ellas.

En el 2000 comenzaron las negociaciones para que The Supremes se juntasen nuevamente, pero Wilson y Birdsong se negaron a participar ya que les habían ofrecido mucho menos dinero que a Ross. A la producción y a Diana no les importó y convocaron a Lynda Laurence y a Scherrie Payne, quienes se habían unido a las Supremes cuando ella ya no estaba. De las 29 fechas programadas en el tour, apenas llegaron a hacer la mitad porque les fue muy mal en ventas. La magia se había terminado, el trío de Detroit ya no era más que un buen recuerdo.


A los 76 años, y a causa de la pandemia, Diana Ross tuvo que suspender el tour como solista que tenía programado para este año, pero no se detuvo y siguió haciendo canciones. Esta semana, anunció en su cuenta de Instagram que ya tiene 14 nuevos temas y declaró: “Siempre seguiré cantando”.

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