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Motivación y éxito: ¿Qué impide a la gente cumplir sus metas?


Según un estudio realizado en la Universidad de Scranton, Pennsylvania y el instituto de investigaciones Statistic Brain, tan sólo el 8% de las personas que se proponen metas al iniciar el año, terminan por cumplirlas.


Otro estudio llevado a cabo por la autora australiana, Bronnie Ware, experta en cuidados paliativos y enfermos terminales, reveló que el principal arrepentimiento de las personas en situación de enfermedad terminal es el hecho no haber tenido el suficiente coraje de hacer lo que en verdad deseaban hacer.


La pregunta es: ¿por qué si el remordimiento de no habernos atrevido a realizar aquello que más deseábamos en la vida es lo que más nos pesa al momento de morir, son tan pocas las personas que cumplen sus sueños? ¿Es acaso que la motivación que éstos nos producen no es lo suficientemente grande?, ¿o es quizá la culpa es de alguien más?, ¿o será tal vez que no tenemos lo suficiente para ello? ¿Quién es el verdadero culpable?


Hace dos mil quinientos años, cuando el determinismo de la jerarquía social y la esclavitud en civilizaciones como la romana impedía a la inmensa mayoría soñar con ser alguien fuera de lo que su clase social permitía, situación que se perpetuó hasta el siglo XIX entre burgueses y el proletariado, el tan sólo pensar en metas que no fueran el cómo sobrevivir un día a la vez era algo sencillamente impensable para la mayor parte de las personas.


Pero hoy en día, en plena era de la información, en donde diariamente se generan, según el informe Data Never Sleeps, de Domo, 2.5 billones de bytes de datos al alcance de todo mundo y a sólo un click de distancia, en dónde tenemos más recursos disponibles que nunca antes, y en donde hemos sido testigos de las asombrosas historias de éxito de personas como Elon Musk, Larry Page o Jeff Bezos, quienes con casi nada lograron cumplir sus más grandes sueños; ¿por qué el porcentaje de personas que lo consiguen sigue siendo tan bajo?


La realidad es que ninguna de estas personas a las que tanto admiramos alcanzó el éxito gracias a la suerte ni a que lo desearon con todas sus fuerzas, sino al enorme trabajo y dedicación que pusieron en ello. Elon Musk, por ejemplo, declaró que, durante algún periodo de su vida, llegó a trabajar hasta 120 horas a la semana, tres veces más de lo que una persona promedio trabaja; y Jeff Bezos llegó a perder hasta 170 millones de dólares en su proyecto Amazon Fire Phone.


El problema está en que la mayoría sólo vemos la punta del Iceberg, sólo conocemos el desenlace de la historia de éxito, y queremos eso, pero desconocemos todas las dificultades por las que estas personas tuvieron que pasar para llegar a estar en donde ahora se encuentran. ¿Si te dijeran todos los problemas que tendrás que superar para alcanzar tus metas, te aventurarías a transitarlas?


Como sociedad, y especialmente nosotros los jóvenes debemos despertar de ese sueño ilusorio que tan efectivamente nos han vendido de que “si deseamos algo lo suficientemente fuerte, entonces lo conseguiremos”, o que para cumplir nuestras metas basta con jugar a ser soñador de medio tiempo, o que la suerte y el talento son más importantes que el esfuerzo y el empeño. La ilusión del éxito inmediato y sencillo terminará por perjudicarnos y limitarnos más que las mismas dificultades.


Para conseguir lo que queremos, primero habremos de pasar por un sinfín de vicisitudes que pondrán a prueba nuestra resiliencia. No fallaremos una vez, sino cientos, no nos abrirán una puerta sin antes habernos cerrado otras setenta, no conseguiremos lo que queremos sin antes haber aprendido las lecciones necesarias. ¡Thomas Alva Edison tuvo que hacer más de mil intentos antes de lograr que su bombilla funcionara! Lo que realmente vale la pena, cuesta y cuesta mucho.


Con todo esto no quiero decir que desear con todo el corazón cumplir nuestros sueños está mal, todo lo contrario, hay que soñar y hacerlo en grande, pero debemos ser conscientes de que por sí solo esto no los garantizará; porque la historia nos ha demostrado una y otra vez con las vidas de aquellos que han cambiado el mundo, tales como la Madre Teresa, Martin Luther King, o el mismo Steve Jobs, que las personas exitosas no son aquellas suertudas, sino las disciplinadas, no son las más talentosas, sino las más resilientes y comprometidas con su visión, aquellas que se atreven a darlo todo y a luchar por algo más grande que ellos mismos y que haga de este mundo un lugar mejor, porque para la consecución de nuestros sueños más grandes no es suficiente desearlo, hace falta ganárselo.

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