Con las malas prácticas se vuelve más difusa la línea del fin de la tecnología, convirtiéndose en algo negativo y volviéndonos esclavos de la misma.
3.8 millones de búsquedas en Google, 1.5 millones de canciones escuchadas en Spotify y más de 65,000 fotos subidas a Instagram suceden minuto a minuto.
Con el crecimiento imparable de las grandes empresas de comunicación digital, los “chicos de hoodie de Silicon Valley” se convirtieron con ellas en los CEO's más influyentes de nuestros tiempos. Presentándonos anual, semestral, bimestral y mensualmente nuevos productos más rápidos, seguros y fáciles de usar, prometiendo mejorar la vida de sus usuarios.
Casi un año de encierro, donde la digitalización en escuelas, trabajos y básicamente todo, se vieron forzadas a adaptarse o desaparecer. Pero... ¿Cómo se sienten los usuarios con los productos “para facilitar su vida” ahora que toda interacción es a través de ellos?
Según un estudio realizado por la Universidad de Boston la tasa de depresión en personas de 18 a 41 años aumentó de un 9% a 38.8% en los primeros meses de la pandemia. ¿Ups?
Ya lo dijo Mark Manson en su libro Everything is f*cked: a book about hope : “Es la paradoja del progreso: cuanto mejor se ponen las cosas, más ansiosos y desesperados nos sentimos''.
El mundo de la tecnología vino a demostrarnos lo rápido que las cosas se mueven y nos hace preguntarnos ¿A quién culpamos?¿Al juego o al jugador? Por un lado tenemos a personas como Alexander Nix (ex director ejecutivo de Cambridge Analítica) usando la data a favor de sus clientes (todos sabemos el resultado de la campaña “Trump 2016”) y del otro lado a nosotros los usuarios que no nos damos el tiempo de leer los términos y condiciones de este juego llamado internet.
En este eterno debate sobre quién está bien o no, muchos autores culpan a la tecnología de ser adictiva y de potenciar contenidos que afectan nuestra productividad y salud mental, condenado todos nuestros dispositivos y redes sociales sin derecho de réplica (con justa razón), pero si el “fin” de empresas como Apple, Facebook y cualquiera de las macro industrias del internet es facilitar la conectividad.
¿En qué momento cambió el rumbo? Aquí hago una pausa para contextualizar y reflexionar sobre la tecnología que nosotros usamos, no es la misma de hace un año y mucho menos de hace 10; Nosotros fuimos de las primeras generaciones que se adaptaron a la digitalización temprana, creciendo de forma paralela a la industria.
Y al ser algo realmente nuevo nunca tuvimos una educación debida en este nuevo ámbito (ojo, tampoco es culpa de nuestros papás, todos estamos descubriendo algo nuevo).
Bienvenido al nuevo mundo, regido por la relación entre el ancho de banda y la desinformación de los usuarios, resignados a las reglas de los grandes jugadores, que nos han llevado a malas prácticas, como el abuso del tiempo en pantalla, la mala gestión del contenido que deseamos ver y la tendencia de respaldar a personas sin nada que aportar, con una comunidad de millones de seguidores.
De manera personal te puedo compartir que las malas prácticas (de las que no somos conscientes) nos puede llevar al límite, esperando ese mensaje que nuestra cabeza se encarga de interpretar de miles de formas posibles si no se usa el emoji indicado (aún así está sujeto a la interpretación), estar pendiente del tóxico contador de likes, buscando una eterna aceptación basada en esta nueva moneda en forma de corazón, que puede pintarte una sonrisa si diste en el horario y día perfecto o una sensación de vacío si simplemente no cumpliste con las expectativas de un contenido más “Instagrameable”(y seamos honestos nada en la vida real se ve así).
Con las malas prácticas se vuelve más difusa la línea del fin de la tecnología, convirtiéndose en algo negativo y volviéndonos esclavos de la misma, como mencionaba antes, la revolución digital paso tan rápido que no tuvimos tiempo de poner las reglas de nuestro lado y ahora con tantas herramientas a nuestra disposición, se vuelve un arma de dos filos.
Hoy la tecnología ya es parte de nuestro día a día y tenemos la oportunidad, mejor dicho la responsabilidad de hacer de esta lo que entendía cumplir, una herramienta para mejorar la calidad de vida de las personas, creando una cultura digital sana siendo conscientes de los contenidos que consumimos, los contratos que firmamos cada que ponemos la palomita de aceptar en los términos y condiciones, dejar de usar nuestro celular como un dispositivo de ocio y convertirlo en nuestra herramienta de productividad (no todo el tiempo, pero sí como principal función, no hay nada de malo en usar Netflix de vez en vez), para lograr un equilibrio y romper con la paradoja causada por la desinformación, usándola a nuestro favor.
De verdad espero que esta pequeña reflexión te ayude, si estas en algún tipo de duelo causado por el mundo del internet y la tecnología.
Tu eres más de lo que cualquier cantidad de likes puede decirte, mucho más de esos cuerpos “perfectos” en cada cuenta verificada, más que esas vidas falsas, el mundo del internet en su mayoría es falso y no es un punto de referencia.
Por último permíteme decirte lo que le dije a una persona que guardo con mucho cariño: no te deseo suerte porque no la necesitas, tampoco éxito porque es relativo, pero te deseo que seas feliz que te sientas lleno o llena todos los días.
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