El 19 de mayo de 2021, la Agencia Espacial Europea lanzó un comunicado que alarmó al resto del mundo. Un iceberg de dimensiones colosales se desprendió de la barrera de hielo Filchner-Ronne, por el frente occidental del paraje helado. Cerca del mar de Weddell, el bloque masivo navega a la deriva desde la Antártida, sin fuerza humana que pueda contenerlo.
Según las observaciones de la Agencia Espacial Europea, el iceberg mide más de 4 mil 300 kilómetros cuadrados. Identificado como el A-76, se trata del bloque de hielo de mayor tamaño que se ha desprendido en el planeta. Se captó por vía satelital, y según las imágenes que arrojó la misión Copernicus Sentinel-1, puede llegar a medir hasta 170 kilómetros de largo.
En total, según las estimaciones de la agencia, el bloque de hielo puede ser incluso más grande que la totalidad de Mallorca, la isla de España. Desde la gran barrera de hielo de la Antártida, se quedó con el título que ostentaba el iceberg A-23A, que contaba con poco menos de 4 mil kilómetros cuadrados de área.
Fue el British Antarctic Survey quien detectó el pedazo a la deriva por primera vez. Inevitablemente, los expertos que monitorean durante todo el año los desprendimientos de hielo en los polos ligaron el incidente con la crisis climática que azota al planeta en la actualidad.
De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas, desde hace 50 años cerca del 87 % de los glaciares polares han retrocedido en la Antártida. La cifra alarma a científicos de diversas ramas, ya que las consecuencias de estas reducciones dramáticas tendrán un impacto significativo en los ecosistemas antaño helados.
No sólo eso: el nivel de los mares subirá, potencialmente modificando la distribución de tierra en los países. En este caso específico, sólo en la costa este de la península Antártica se han visto reducciones aún más pronunciadas, según los monitoreos que se han registrado desde hace 12 años.
Por esta razón, no es sorpresa que A-76 tenga tales dimensiones. Por el momento, el pedazo de hielo masivo navega a la deriva, con peligros potenciales de colisionar con los cuerpos de tierra que se encuentre a su paso. Los científicos tienen la esperanza de que, como con el caso del A-23, pueda derretirse antes de causar estragos.
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